COLOMBIA (BusinessCol, 11 de Junio de 2015) Existe evidencia creciente que demuestra que el ejercicio es capaz de aliviar los síntomas de la depresión y la ansiedad. La edición de abril de Mayo Clinic Health Letter explica la manera en que el ejercicio modifica al cerebro y alivia los síntomas.La depresión se vincula a niveles anormalmente bajos de determinados neurotransmisores, que son las sustancias químicas cerebrales que permiten la comunicación entre los nervios. Los niveles disminuidos de norepinefrina, dopamina y serotonina en el cerebro producen una estimulación nerviosa menor que la usual, lo que conlleva a sentimientos de tristeza y desolación, pérdida de interés en las actividades normales, cansancio, ansiedad y dificultad para pensar.
Los medicamentos antidepresivos actúan elevando los niveles de estas sustancias, regresándolos a sus valores normales. El ejercicio hace lo mismo. Además, nueva evidencia muestra que el ejercicio desencadena cambios que protegen al cerebro de los efectos dañinos del estrés y refuerzan la resiliencia a la depresión.
Asimismo, el ejercicio tiene efectos emocionales y sociales positivos que ayudan a lidiar con el estrés y la depresión. Hacer ejercicio regularmente ayuda a:
Recuperar el sentido del control y mejorar la confianza en uno mismo, lo que ocurre al aprender nuevos ejercicios, al enfrentar nuevos desafíos físicos y al lograr los objetivos de la actividad.
Minimizar las preocupaciones, porque el ejercicio puede distraer de las preocupaciones recurrentes.
Lidiar con la depresión y la ansiedad de manera saludable, puesto que el ejercicio ofrece una forma positiva de controlarlas. Procurar sentirse mejor, ya sea bebiendo alcohol, sumiéndose en sentimientos negativos o esperando que los síntomas desaparezcan, puede conducir a que empeoren los síntomas.
¿Ayuda realmente el ejercicio? Una revisión de los estudios realizados para examinar los efectos antidepresivos del ejercicio en personas con depresión, descubrió que éste puede ser tan efectivo como los fármacos o la psicoterapia. El ejercicio es capaz de mejorar temporalmente el estado de ánimo, incluso cuando se lo hace durante períodos cortos o aislados.
Se aconseja precaución con las pastillas para dormir en las personas mayores
Las personas mayores con dificultades para dormir deben ser muy precavidas con las pastillas para dormir, dice la edición de abril de Mayo Clinic Health Letter.
Aunque las pastillas para dormir pueden, en ocasiones, ser una parte efectiva del tratamiento para mejorar el sueño, la susceptibilidad a efectos secundarios como mareo, vahídos y riesgo de dependencia es mayor en las personas mayores. Las pastillas para dormir también suprimen la respiración, lo que puede agravar algunos problemas respiratorios como la apnea del sueño.
Otros efectos secundarios incluyen problemas con el pensamiento y los movimientos corporales, adormecimiento al despertar, o problemas de memoria o de rendimiento físico durante el día. Además, las pastillas para dormir pueden aumentar el riesgo de caídas, particularmente por la noche.
Cuando es necesario recurrir a pastillas para dormir, los fármacos de acción corta de nueva generación usualmente son la primera alternativa, y entre ellos están el zaleplón (Sonata), el zolpidem (Ambien y otros) y el ramelteón (Rozerem). A pesar de ser común presentar efectos secundarios, los mismos tienden a suscitarse con menor frecuencia y gravedad que con las benzodiacepinas de generación más antigua.
Para quienes también presentan depresión, otra opción serían las dosis bajas de antidepresivos que causan somnolencia, tales como la amitriptilina, el doxepín (Silenor), la mirtazapina (Remeron) y el trazodón.
Los expertos del sueño de Mayo Clinic recomiendan que las personas mayores mantengan al mínimo el consumo de pastillas para dormir y las utilicen solamente como ayuda ocasional o durante un período breve de pocas semanas mientras se investigan otras opciones conjuntamente con el proveedor de atención médica.
Caminar y otros ejercicios simples mejoran el equilibrio
Los ejercicios para el equilibrio pueden beneficiar a todos, especialmente a las personas mayores. La edición de abril de Mayo Clinic Health Letter explica por qué las personas mayores tienen, a veces, problemas de equilibrio y ofrece tácticas para movilizarse con mayor seguridad.
Con el transcurso del tiempo, algunos de los sistemas involucrados en el equilibrio y la estabilidad cambian: la vista puede disminuir, la percepción de profundidad se reduce, y la visión nocturna puede dificultarse. Además, se producen cambios en la manera en que los músculos responden a las señales nerviosas, y la disminución de la actividad física puede derivar en reducción de la fuerza muscular. La disminución en la velocidad y en la fuerza muscular puede dificultar la reacción de una persona ante situaciones que afectan el equilibrio.
Los ejercicios para fortalecimiento y mantenimiento del equilibrio pueden ayudar a las personas mayores a vivir más activamente y movilizarse con mayor seguridad. Uno de los grandes beneficios que aportan es la reducción del riesgo de caídas, que es la causa principal de las lesiones sufridas por las personas mayores.
Casi todas las actividades que involucran estar de pie y en movimiento son útiles para mantener buen equilibrio. Una de las mejores maneras de mejorar el equilibrio es caminar, lo que brinda un beneficio doble porque mejora el equilibrio y es un ejercicio aeróbico.
Numerosos estudios han demostrado que ciertos ejercicios simples también mejoran el equilibrio y pueden realizarse prácticamente en cualquier lugar, siempre y cuando haya algo firme donde sujetarse en caso necesario. Algunos ejemplos incluyen alterar el peso del cuerpo entre uno y otro pie, caminar poniendo el talón de un pie delante de la punta del otro, o levantar intencionalmente una pierna hacia delante y mantenerla así por un segundo mientras se camina en línea recta.
Procurar que el equilibrio mejore es algo que uno puede incorporar a las tareas cotidianas, por ejemplo, equilibrándose sobre un pie al lavarse los dientes; poniéndose de cuclillas para abrir un cajón o levantar un objeto, en lugar de inclinarse; cargando las bolsas de la compra mientras se camina de lado; o poniéndose de pie y sentándose sin usar las manos.
Se aconseja a las personas que tienen dificultad para mantener el equilibrio mientras están de pie que revisen este asunto con el médico, antes de iniciar los ejercicios de equilibrio. Un fisioterapeuta o un terapeuta ocupacional pueden enseñarles ejercicios en un ambiente seguro y ayudarles a desarrollar un programa de ejercicios domiciliario.
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